jueves, 26 de febrero de 2009

miércoles, 18 de febrero de 2009

Cuando no tienes un mal día, sino un día-rrea

Hello, preas.
Lo de ayer no fue normal. Lo de ayer fue un infierno.
Os preguntaréis qué coño pasó ayer. Tranquilos, os lo contaré.
Me llamaron de una empresa llamada Marketing Sol*tions. El puesto de trabajo era de "promoción de grupos de ayuda no gubernamental". Vamos, hacer promoción de ONGs, hasta ahí me quedaba claro. Fui a la entrevista. Nos contaron cosas, pero no entraron en detalle. La impresión que me quedó al salir fue que íbamos a promocionar estas cosas, en plan ir a empresas y contarles la milonga, o organizar eventos y soltar ahí el rollo. Por cada cliente conseguido, te dan 50 euros. No hay sueldo fijo, pero como las comisiones son muy altas, pues eso.
Me volvieron a llamar para hacer un día de prueba. Insistieron en que tenía que vestir "lo más elegantemente posible". Servidora se puso de punta en blanco, medias y mínimo-mínimo-pero-aún-así-existente tacón. Me maquillé a conciencia mi ojo a la virulé (aunque no pude hacer mucho, se me quedó en plan mancha correosa, pero no se veía su verdadero horror),y no escatimé en afeites para el resto de mi cara.
Me planté allí, parada de metro Islas Filipinas. Había un montón de gente que venía a lo mismo que yo. Esperamos un rato, y por fin nos asignaron a nuestros coordinadores.
De repente, alguien vocea: "venga, chicos, a la calle!!". Salimos todos. Yo me imagino que vamos a hacer alguna ronda empresarial, o a hacer el entrenamiento en otra parte, porque la verdad es que la oficina de Islas Filipinas es un cuchitril. Caminamos en dirección al metro, para sorpresa mía. Nos metemos, de hecho.
Ya en el trayecto en metro, me va oliendo raruno. Le pregunto a mi coordinadora que a dónde vamos. Ella me dice que a la zona de Plaza Elíptica. Pienso, "coño, que casualidad, que voy a donde curraba con el 11888". Mis sospechas se aplacan, aunque no sé por qué, porque aquello sigue siendo, como dicen los ingleses, "fishy".
El gran grupo que formamos se va desgranando según se van bajando en distintas paradas. Yo, inocente de mí, pienso, "ah, claro, es que irán a distintas empresas, o a diferentes eventos".
Mi grupo, formado por dos chicas y un chico muy majos, se baja en Plaza Elíptica. Yo me quedo con el chico y con la coordi, la otra chica se va a lo que ella llama "su zona". Y el resto tiramos hacia un portal en la calle Santa Lucrecia.
Llamamos al telefonillo. Nos responde una señora.
-¿Sí?
-Hola, ¿me puedes abrir? -dice mi coordinadora.
-¿Y tú quién eres?
-Soy XX, que vengo de Plan Internacional, estoy hablando con todos los vecinos.
Sí, amigos míos. Esto no es un trabajo de promoción normal, es un puto puerta-a-puerta.
Me cago interiormente en TODO.
Nos pasamos toda la mañana de portal en portal, sin conseguir una mierda. Normal, ¿quién cojones va a pensar en ser solidario con alguien que viene a tocar los huevos a las dos de la tarde a su casa? Además, el método que usan es completamente erróneo. Ejemplo de conversación promotor-cliente:
- ¡¡Hola!!
- Hola -el cliente se muestra desconfiado y la mosca detrás de su oreja también.
- ¿Cómo estás? -al hacer la pregunta, el promotor ha hecho una mini pausa dramática que no viene a cuento y que da la impresión de ser coña. O sea, que parece que nos estamos riendo del cliente.
- ... Bien. ¿Qué queríais?
- Tranquilo, corazón (¿¿CORAZÓN?? WTF?), que no venimos ni a robarte ni a venderte nada, somos muchos, pero inofensivos. Ajajá.
- ... ¿Y bien?
- Mira, hijo mío, somos de Plan Internacional, blablabla -le suelta el rollo, pero guardándose detalles como cuánta pasta tiene que poner, o cómo funciona el procedimiento. Se supone que eso se lo tienes que soltar cuando te deja entrar en su casa para rellenar los papeles. O sea, cuando tienes un pie en la puerta.
La mayor parte de las veces el cliente se muestra irritado, además le mosquea no saber cómo hemos conseguido pasar -nos encontramos con una señora que quería hacer una caza de brujas entre los vecinos para saber quién nos había abierto la puerta-.
A veces la conversación comienza de maneras tan grotescas como la que sigue:
- ¡¡Hola!!
- Hola.
- ... ¿Cómo estás?
- ... ¿Qué queréis?
- Nada, veníamos a ver si nos invitabas a comer, ajajá.
¿Qué coño de trato con el cliente es ese? Además, tuteando todo el rato, una cosa que he aprendido a evitar durante los años de currar de cara al público. Ya que estás molestando a la gente, lo mínimo que puedes hacer, según mi criterio, es ser rápido, intentar entretenerles lo menos posible, y hablarles con educación, sin tutearles y sin que parezca que están saliendo en un programa de cámara oculta.
Bueno, terminamos el turno de mañana a las 16:30. Hemos conseguido, tras pasar por 150 puertas, que nos firme 1 cliente. Magnífico.
Buscamos un bar donde comer. Yo, inocente again, pienso "iremos a cualquier sitio, y la empresa nos dará ticket restaurante, o al menos cubrirá la comida". Mierda pa mí, por supuesto.
Nos juntamos todos para comer en una tasquilla que no está mal. Pago cuatro euros por un montado de tortilla y una cocacola de bote. Allí hablo un poco con los chicos que, como yo, están en su día de prueba. La conclusión general es "esto no es el trabajo que esperaba". Muchos de nosotros hemos tomado la decisión de hacer el día de prueba por respeto a los coordinadores, y luego alejarnos de esa empresa tan rápido como podamos.
Volvemos al lío. Los cuatro que somos nos llevamos bien, eso sí, y nos reímos bastante, pero el trabajo sigue siendo una mierda. Acabamos a las 20:30, y nos dicen que no nos podemos ir a casa directamente -desde Plaza Elíptica tardo sólo cuarenta minutos, así que me hubiera venido estupendamente -, sino que tenemos que volver a Islas Filipinas, a que nos hagan la evaluación. Y luego, si eso, nos vamos a casa.
Descanso un poco mis pies doloridos en el metro, mientras sigo dándole vueltas a la pérdida de tiempo que todo esto supone. Llegamos allí, explico mis razones para largarme, y me voy tan rápido como puedo (moviéndome a unos 3 metros por hora, aprox.)
Y ese fue mi día con Marketing Sol*tions. Si queréis os doy el número de teléfono.