lunes, 31 de marzo de 2008

Morning routine

Me he despertado tres minutos antes de que suene la alarma del móvil. Lo sé, aunque no puedo explicarlo. Lo sé por el ruido que hacen los segundos al pasar a esa hora de la mañana. De la madrugada, más bien.
5:45, dice el reloj. Valiente bastardo.
Me desperezo y camino a trompicones hasta el baño. Dejo la luz apagada mientras orino, porque no puedo soportar 18 vatios aguijoneando mis ojos legañosos. Me lavo la cara y me visto, todavía a oscuras, tan sólo alumbrada por el resplandor distante de la lámpara de mi cuarto.
Voy recogiendo mis cosas y metiéndolas en el bolso: móvil, llaves, abono, carpeta de la universidad, libro para leer en el trayecto, tupper con lo que haya encontrado por la nevera.
Hoy toca arroz con pollo, regado con un Bukowski del 90.
Salgo a la calle y el frío matutino me llena los pulmones y me corta la cara. El autobús está al rojo comparado con el exterior gélido. No hay mucha gente sentada, sólo un par de mujeres y un anciano que duerme, escondido en su bufanda. Una de las chicas saca una tarrina de plástico como las que te ponen en los restaurantes chinos, llena de leche caliente con cereales de chocolate. El vapor de la leche empaña el cristal junto a ella, y el aroma dulce de su desayuno invade el autobús.
Llego a Príncipe Pío quince minutos después. La estación por dentro está incluso más fría que la calle. Subo a la línea circular y me bajo en Moncloa.
El intercambiador está lleno de inmigrantes que van a trabajar lejos. Cogen a diario los autobuses que empiezan por 6 y se trasladan hasta donde sea necesario. Empatizo un poco con ellos, pero no consigo perder la distancia cultural.
Un hombre murmura algo cuando paso a su lado. Otro dice "mamacita" cuando me ve. Empiezo a sentir miradas clavadas en mí. Ojos llorosos y rasgados, sonrisas como máscaras que me hacen sentir incómoda en mi propia piel. Frunzo el ceño y dirijo una mirada adusta al mundo en general. Parece que funciona.
La cola para mi autobús es inmensa. Serpentea cuando la gente que espera se cansa de estar apoyada en el mismo pie todo el rato. El conductor abre las puertas y todos nos deslizamos dentro. Sé que no encontraré un sitio libre para sentarme. Como mucho, algo en la última fila, pero hoy no es mi día de suerte.
El conductor aprieta el acelerador, y nosotros saltamos y zigzagueamos al ritmo de las curvas, las cuestas y las rotondas. Pienso en el destino de la humanidad, en la gente a la que veré, en el tiempo que hará. Todo son hipótesis. De vez en cuando un recuerdo gracioso hace que sonría, pero me muerdo el interior de la boca para que nadie lo vea. En este lugar, a esta hora, con esta gente desconocida, no tienen cabida las sonrisas.
El autobús continúa su camino, imperturbable en su reptar mecánico.

Cuarenta minutos después, llego a mi destino.

jueves, 27 de marzo de 2008

Meme: ¿cuál es tu banda de rock?

Saqué esta idea del blog de Finduriel
Entras en Wikipedia, le das a "random article" (página aleatoria, en español). El primer título que salga, es el nombre de tu grupo, el segundo, vuestro álbum, y así sucesivamente, para escoger los títulos de las canciones.
Allá voy:

Nombre del grupo: Burretiodendron. Una familia vegetal que suena a vasco que te cagas.
Álbum: EMD E5 . Un tipo de tren movido por diésel.
Songs:
1. Microsoft Narrator. Porque forma parte indispensable de la diversión de todo friki. ¿Quién no ha escrito "Luke, yo soy tu padre" para que lo diga el narrador de Microsoft?
2. The 309th Aerospace Maintenance and Regeneration Group. Fue un momento muy difícil en mi vida, y creo que el título de este tema expresa todas mis inquietudes adolescentes de entonces.
3. Serpaize. Un lugar de Francia. La escribí en homenaje a la ceremonia de Tirar al Francés del Campanario que se celebró en mi pueblo para conmemorar la Guerra de la Independencia (guiño-guiño-patada-codazo para Matthew).
4. Mardin. Una ciudad Armenia situada al sudeste de Turquía. Muestra mi frustración por no poder comer baklava cuando voy a un Döner Kebab.
5. Número de Froude. Expresa mi odio hacia el álgebra, los números y la manera en que entretejen la causalidad hasta volverla asquerosamente cuántica. ¡He dicho!
6. Turricula. Otro género de plantas. ¡No en vano me llamo Flordesombra! Aunque este también suena como si fuera de Biarritz...
7. Historia de Guadalajara. Porque una pequeña parte de mí desea ser manchega.
8. Jardín Botánico "Cupaynicu". No puedo apartarme del mundo vegetal aunque lo intente.
9. Transposición didáctica. No sabía lo que significaba cuando escribí esta canción, pero el título es abrumadoramente intelectual, lo sé, y me encanta.
10. Necesario. Entono las penas por un amor no correspondido que me sume en un dolor infernal. Sin embargo, ese dolor me hace sentir viva, por lo que lo considero necesario. Joder, que acojonantemente emo que soy, ole mis huevos...

Bien, damas y caballeros, si no les importa, compren mi disco en la gasolinera del Tío Fructuoso, carretera de Mirueña, kilómetro 35, Ávila, España, Europa, la Tierra, el Universo.
Agradeceré que me dejen algo de suelto (sólo la voluntad) en el cestillo que hay al lado de los lavabos de señoras. Que una tiene que comer.

miércoles, 26 de marzo de 2008

La Casa de las Cinco Pruebas -5-

La hierba le picaba en el tierno hueco de la corva. Podía sentir a los animalitos diminutos correteando bajo la tela de su vestido, todas esas patitas caminando absortos en su ajetreado paseo bajo la muselina.
Úrsula abrió los ojos, batiendo perezosamente las pestañas. Había tal cantidad de extensión azul purpúreo sobre ella que le parecía llevar una venda sobre los ojos. El cielo se alzaba sin interrupción, cubriéndola completamente. Asustada por la falsa ceguera, alzó las manos morenas, espiando entre los dedos los jirones de nubes que empezaban a serpentear por la bóveda celeste.
Un viento púber de marzo cambió en cinco minutos el paisaje, volviéndolo gris al cubrirlo con las masas nubosas robadas a la montaña.
-"El aire agita mi falda al son/de las risas de marzo/ su voz de niño despeina así/ a ancianas y muchachos..." -canturreó.
Había decidido no ir a la biblioteca. No hasta mañana, por lo menos. Aprovecharía los pocos jirones de sol que el tiempo quisiera regalarle, y después volvería a casa, para preparar una cena copiosa y quizá unos dulces. No había nada malo en querer pasar un día tranquilo, lejos de los sucesos paranormales de la biblioteca, lejos de la magia poco fiable y las habitaciones vivas.
No se lo creía ni ella. Si no iba al edificio era porque la frustración por no poderse enfrentar a los espectros del vestíbulo era más fuerte que sus deseos. Ni siquiera podía confiar en los documentos de Juhanni. ¿Qué había hecho él, sino ser un mero espectador tembloroso? Ni siquiera había querido entrar a las demás salas de la biblioteca. Tan sólo había investigado su negro secreto, oteándo la puerta desde la cabaña que había pertenecido al jardinero.
Úrsula se levantó, azotando la falda de muselina gris para desprenderse de las briznas de hierba y los insectos. El aire travieso la molestaba, enfriaba sus hombros descubiertos y le daba dolor de cabeza. La grandes solapas de su abrigo rojo le golpeaban el rostro mientras caminaba hacia casa, enrojeciendo sus mejillas hasta que parecieron manzanas.
-"Mueve, viento, con tu aliento, las hojas secas, la tierna flor/ mueve el vestido de esa zagala que con su rostro roba mi amor"
La canción se perdió entre las copas de los árboles. La misma brisa a quien hacía mención se encargó de llevar sus notas un poco más al oeste.
La biblioteca absorvió la canción de Úrsula, estremeciéndose entera. Si alguien hubiera estado allí para verlo, hubiera jurado que el edificio blanco y fantasmal había suspirado.